Monday, February 14, 2005

Denise Dresser opina asi...

Allí están. Ésos son. Ésos que votaron en favor de la opacidad y en contra de la reelección legislativa, en favor de los partidos y en contra de los ciudadanos. Dulce María Sauri y Humberto Roque y Raúl Ojeda y Óscar Cantón Zetina y David Jiménez y 46 legisladores más. Los senadores que quieren cobrar su sueldo sin rendir cuentas por lo que hacen con él. Los senadores que quieren preservar el poder de los partidos a costa de los ciudadanos. Los que quieren gobernar al país pero sin servir a la población. Ésos que no entienden que no entienden: la rendición de cuentas no es una opción, es una obligación. La democracia es el gobierno del pueblo para el pueblo. No es el secuestro del gobierno por los políticos en nombre de los partidos.

Allí están. Ésos son. Ésos que no quieren dejarse juzgar. Ésos que no quieren someterse al escrutinio de los electores. Ésos que se dicen "representantes" pero sólo lo son de sí mismos. Ésos que no quieren explicar, airear, transparentar. Ésos que no quieren enfrentarse a quienes los eligieron, regresar semanalmente a sus distritos, explicar cómo votaron, explicar lo que hicieron con su tiempo. Ésos que como el escribano Bartleby en la novela de Herman Melville, "preferirían no hacerlo". Porque viven muy bien así. Porque cobran muy bien así. Porque saltan de un puesto a otro muy bien así. Porque controlan al país muy bien así. Porque mantienen maniatados a sus habitantes muy bien así.


Allí están. Ésos son. Los argumentos en contra, los argumentos espurios, los argumentos tramposos. Los de la señora Dulce María Sauri, quien con voz portentosa anuncia: la reelección legislativa no resuelve el conflicto entre el Legislativo y el Ejecutivo; no resuelve la falta de acuerdos; no resuelve la parálisis. Pues, señora Sauri, tampoco cura el acné o previene la caída del cabello. La reelección no es una panacea para todos los males ni busca serlo. Es un instrumento diseñado para acotar el poder de los partidos y aumentar el poder de los ciudadanos. Es un mecanismo que les permite castigar a los legisladores que se aumentan el sueldo por encima de la inflación, a quienes se otorgan bonos fastuosos a fin de año, a quienes usan el boleto de avión que les da el Congreso para volar a Cancún en vez de visitar su distrito.


Y dice Dulce María: hay que oponerse a la reelección legislativa porque es una "moda". En efecto, es una moda que ha durado más de 200 años; una moda de las democracias parlamentarias que decidieron empoderar a sus ciudadanos y erigir instituciones que los representaran; una moda con razón de ser, tan universal como la ropa interior y los zapatos. Una moda que 187 países -con la excepción de México y Costa Rica- han adoptado. Una moda concebida en Francia, basada en la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano en 1789: "La sociedad posee el derecho de exigir a cada servidor público las cuentas de su administración". Un derecho esencial en el cual la señora Sauri y 50 senadores más no creen. Un derecho que el sistema político priista le quitó a los mexicanos y que el Senado se niega a devolverles.


Y dice más Dulce María: es necesario frenar la reelección legislativa porque grupos poderosos a nivel local podrían imponerse sobre los legisladores e influenciar su actuación. Señora Sauri, ése no es un argumento suficiente para desacreditar la reelección. Si lo fuera, no existiría en ninguna parte y existe en todas excepto aquí. Junto con ella habría que instituir mecanismos para controlar el influjo del dinero en las campañas, tal y como lo hacen otros países. Junto con ella habría que crear reglas para que no vuelva a repetirse lo que México ya padeció: los amigos de Fox y los amigos de Carlos Salinas. Hoy los poderosos ya han capturado a los políticos; hoy el dinero privado ya compra funcionarios públicos. Y eso ocurre sin la reelección legislativa, lo cual coloca al país en el peor de los mundos: una clase política al servicio de intereses económicos poderosos y sin rendición de cuentas. Una clase política que arropa a las elites pero no protege a la población. A esa población se le da el derecho a votar, pero no se le da el derecho de castigar.


Y dice aún más Dulce María: no a la reelección porque alimenta la "ilusión" de ser iguales al resto del mundo. Porque según la señora Sauri, México es distinto. Como México no hay dos. Como el PRI sólo ha habido uno. ¿Para qué emular a los demás? ¿Para qué aspirar a ser mejores? ¿Para qué renunciar al orgullo de la extravagancia? ¿Para qué ser como Ésos países que les dan derechos a sus ciudadanos y les rinden cuentas? ¿Para qué ser como Ésos gobiernos que generan el crecimiento económico y combaten la corrupción y promueven el interés público? Si México es tan excepcional. Ese modelo de estabilidad y certidumbre, como lo subrayó el senador Humberto Roque.


Sí, Humberto Roque. Ese modelo de probidad, visión e inteligencia. Aquel de la famosa "Roque-señal". Aquel que cita a Edmund Burke, el filósofo que no quería compartir el poder con nadie. Aquel que alude al vínculo entre la reelección y los déficits fiscales, olvidando de manera conveniente que se han dado en México -allí está la orgía deficitaria de Luis Echeverría- aun con 72 años de no reelección. Aquel que critica la reelección, porque llevaría a la promoción de intereses locales por encima del interés nacional, como si su partido actualmente defendiera ambos. Aquel que ha brincado de un puesto político a otro sin rendirle cuentas a nadie. Y quiere seguir haciéndolo.


¿O qué decir del senador Raúl Ojeda? El que no quiere "imponer" la reelección legislativa porque el 85 por ciento de la población se opone a ella. El que está atento a la voluntad de los ciudadanos, pero se rehúsa a darles un instrumento para expresarla. El que junto con otros 50 senadores no entiende que a veces es imperativo mostrar un poco de liderazgo. Tomar decisiones impopulares por el bien de la democracia. Hacer lo que han hecho otros líderes en contra de la opinión pública prevaleciente en sus países: abolir la esclavitud, otorgarle el sufragio a las mujeres, reconocer los derechos civiles de los africano-americanos, eliminar el apartheid. Gobernar para la historia y no para el partido.


Quienes se oponen a la reelección legislativa quieren desviar la atención de un problema central. Un problema esencial. Un problema definitorio. El poder en México está concentrado en un manojo de partidos corruptos. El poder está en manos de un grupo de políticos que se rehúsan a ser juzgados. Los partidos corruptos y los políticos opacos producen malos gobiernos. Los malos gobiernos no proveen bienes públicos para su población. No producen empleo ni garantizan la seguridad ni respetan los derechos civiles. Y por ello hay más de 10 millones de mexicanos viviendo en Estados Unidos y 40 millones de mexicanos viviendo en la pobreza. Y por ello México no cambia aunque sus habitantes quieren que lo haga.


Y no cambiará mientras su clase política siga imponiendo la voluntad de algunos sobre el destino de muchos. Mientras el sistema político funcione para rotar a cuadros partidistas en vez de representar a ciudadanos. Mientras los partidos rechacen la reelección legislativa porque no quieren perder el control ni compartir el poder. Mientras siga prevaleciendo la lógica electoral de los partidos por encima de las aspiraciones legítimas de los ciudadanos. Mientras los legisladores se rehúsen a ser juzgados. Mientras el "voto de arrepentimiento" se imponga al voto libre. Mientras los priistas prefieran quedar bien con Roberto Madrazo, antes que quedar bien con México.


Seguramente Dulce María Sauri y Humberto Roque y Raúl Ojeda y Óscar Cantón Zetina y David Jiménez y 46 legisladores más creen que lo peor ya pasó. Que el voto ya se dio. Que transcurrirán otros 40 años antes de que la reelección legislativa se debata de nuevo. Que sólo algunos analistas indignados se ocuparán del tema y después desaparecerá. Pero se equivocan. El clamor crece; el enojo crece; la reprobación crece; la consigna "que se vayan todos" crece. Al oponerse a la reelección, los senadores demuestran lo que Hamlet llamó "la insolencia del puesto". Esa insolencia que será necesario combatir y criticar de manera cotidiana. Porque Jorge Castañeda tiene razón: es tu país, tómalo. Ellos son 51 senadores; nosotros somos 100 millones de mexicanos.

El PRI "arrepentido"

Juan Ciudadano

Lo que el PRI nos negó hace unos días es la posibilidad de dar un paso importante: de la infancia a la madurez democrática.

La iniciativa para permitir la reelección inmediata de legisladores a través de una reforma a la Constitución no es ninguna idea genial. Sí se trata, sin embargo, de un prerrequisito probado para el funcionamiento de un sistema democrático.

Hubo un número importante de Senadores priistas que hace sólo unos meses apoyaron y firmaron la iniciativa. Pero momentos antes de votar, 30 legisladores del PRI vivieron un súbito "arrepentimiento".

De los firmantes originales sólo el Senador Genaro Borrego honró su palabra.

El resto cayó en cuenta de que garantizar un derecho político a los mexicanos -el derecho a premiar o castigar a quien te representa- no vale ponerle una piedrita en el camino a las aspiraciones del presidenciable al que se le apuesta, se llame Enrique Jackson o Roberto Madrazo.

La mayoría de los senadores perredistas también se opuso a la reforma, a pesar de la contundente argumentación a favor de la reelección que les ofreció el Senador Demetrio Sodi.

Para los senadores que bloquearon la iniciativa no importó que México siga siendo un caso exótico entre las democracias del mundo en el que los legisladores no rinden cuentas, porque no están sujetos a la ratificación o el despido de sus cargos por los electores.

Los senadores priistas se mostraron de cuerpo entero: lo que cuenta es obtener el poder, aunque sea para gobernar sobre los escombros.

¿Es tan importante la reelección?

Para responder esta pregunta habría que decir que la rendición de cuentas, pilar sobre el que se sostiene un sistema democrático, no es un concepto que se explique de manera binaria -en términos de un sí o un no absolutos-, como lo explica Andreas Schedler en su ensayo "¿Qué es la rendición de cuentas?".

Es más útil, dice Schedler, tratar de entender este concepto en términos radiales, como un pastel que está más o menos completo en la medida en que cada una de sus rebanadas están íntegras o no.

Tres serían las rebanadas de la rendición de cuentas.

"A" le rinde cuentas a "B" porque "está obligado a informarle sobre sus acciones y decisiones, a justificarlas y a sufrir el castigo (o premio) correspondiente en caso de mala conducta."

A escasas dos semanas de haber iniciado el periodo ordinario de sesiones del Congreso, nuestros legisladores han mostrado determinación para seguir evadiendo su deber de dar cuentas.

Estamos hablando, no sólo de la rebanada relacionada con el premio o castigo (la reelección o la falta de ésta), sino también de la obligación de informar y justificar sus decisiones.

Los siguientes tres son ejemplos de decisiones recientes que ratifican el estatus de un Legislativo impermeable a la rendición de cuentas:

1. Fracciones parlamentarias no informan

Los diputados y senadores se salieron con la suya en la redacción de la Ley de Transparencia y el Reglamento para la Cámara. Dejaron fuera del escrutinio ciudadano los recursos que reciben anualmente las fracciones parlamentarias para -supuestamente- apoyar su trabajo legislativo.

Para dimensionar la omisión, hay que aclarar que las seis coordinaciones parlamentarias de los diferentes partidos en el Congreso dejarán de informar este año sobre el destino de casi 400 millones de pesos.

Estos recursos libres de escrutinio ayudan a que las curules sirvan de trampolines para alcanzar otros puestos (pues no es posible reelegirse).

Seguramente muy bien repartidos, estos 400 millones ya están ayudando a financiar todo tipo de aspiraciones políticas de diferentes colores.

2. La Cámara de Diputados amordaza a la ASF


Un grupo de Diputados presentó una iniciativa la semana pasada para reformar la Ley de Fiscalización de la Federación en la que se modifican los Artículos 30, 80 y 81 de la misma para asegurarse que el Auditor Superior de la Federación sólo entregue información a terceros bajo las condiciones que le imponga la Cámara.
Nuestros diputados tienen el paradigma al revés: un representante debe buscar informar y justificar, en todo momento, su trabajo y el trabajo de los órganos que dependen del Congreso.

Si hay un servidor público cuyo trabajo necesita hacerse visible permanentemente y justificar su trabajo día tras día, es precisamente el legislador, pues no sólo vive del erario, sino además tiene como razón de existir el representar a otros que necesitan saber lo que se hace en su nombre.
3. Sin reelección, ni premio ni castigo

Si de algo podemos estar seguros -y como prueba de laboratorio tenemos el comportamiento cotidiano observado en nuestros recintos legislativos- es que la no reelección ha servido impecablemente para premiar y dar trampolín a la mediocridad.

Hasta por curiosidad debiéramos intentar lo contrario.

¿No servirá la reelección, aunque sea un poquito, para movernos en el sentido opuesto: para ratificar al legislador que trabaja y, por ello, está deseoso de informar y justificar su trabajo ante los electores porque sabe que en esa medida será premiado en base a ello?

La reelección cierra el círculo de la rendición de cuentas.

El "voto de arrepentimiento" es, entonces, un reconocimiento muy sincero de 30 senadores priistas que cayeron en cuenta que competir en base al trabajo realizado y al profesionalismo mostrado no es lo suyo.

Mejor es seguir compitiendo en base a pintar bardas, colgar anuncios y lanzar arengas.

Juan Ciudadano es el nombre de pluma de un grupo de personas preocupadas por el derecho a la información.

juanciudadano@juanciudadano.com

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Wednesday, February 09, 2005

Autopréstamos

Los integrantes de la Cámara de Di­putados han descubierto en el recin­to una especie de ins­titución bancaria.

Los seis grupos parlamentarios han adquirido prés­tamos sin intereses —o con una tasa mínima— que sumaron 42.4 millo­nes de pesos a pagar en un año. Los créditos, adquiridos con un máximo de 2 por ciento de intereses, fueron permitidos con el respaldo del Comité de Administración de la Cá­mara, bajo el amparo de la Ley de Presupuesto, Contabili­dad y Gasto Público Federal.

La bancada que mejor aprovechó esta “prestación” del Congreso fue la del PRI, la cual adquirió 24.5 millo­nes de pesos. Varios de ellos, como la priista Ady García, cercana a Roberto Ma­drazo, pudo cobrar un anticipo de 66 mil pesos cuando ya había solicita­do licencia. En el caso de Héctor Pablo Ramí­rez Puga, se le autorizó un présta­mo de 132 mil 826 pesos un día antes de que formalizara su licencia para asumir la Coordinación General de Comunicación Social del gobierno de Oaxaca.

El coordinador del PRD, Pa­blo Gómez, solicitó —a partir del 6 de enero del 2004— cuatro présta­mos bajo la modalidad de anticipo de dietas para sumar, hasta el 20 de octubre, 485 mil 169 pesos. El perredista Gómez es uno de los 115 diputados federales que solicitaron anticipos sin intereses, cifra que alcanzó los 5 millones 775 mil 356 pesos

Friday, February 04, 2005

Aumentan diputados su salario en 11%

Buscan diputados aumento en su nómina

Pretenden aprobarse partida de $2 mil 117 millones para gastos en servicios personales

Por Laura Carrillo
Grupo Reforma

Ciudad de México (20 septiembre 2004).- La Cámara de Diputados y el Poder Judicial podrían ser los órganos que reciban el mayor incremento para nómina, si se aprueba el Presupuesto de Egresos del 2005 que discutirá el propio Poder Legislativo.

Pese a sus propias medidas de austeridad, los legisladores solicitaron para 2005 un incremento de 21.5 por ciento en el gasto para cubrir la nómina de San Lázaro respecto al monto aprobado para este año.

Los grupos parlamentarios presentaron un desglose presupuestario en el que piden una partida de 2 mil 117 millones de pesos para gastos en servicios personales.

La Cámara de Senadores solicitó un incremento de 4.4 por ciento para nómina y la Auditoria Superior de la Federación pide 5.7 por ciento más para el próximo año.

También destaca el requerimiento presupuestal del Poder Judicial, que en conjunto necesitará 22 mil 446 millones de pesos para servicios personales, monto 26.5 por ciento mayor al aprobado para este año.

Al interior, el Consejo de la Judicatura Federal requiere de 19 mil 641 millones de pesos, lo que significa un incremento real de 27.9 por ciento.

Mientras que la Suprema Corte de Justicia de la Nación requerirá mil 764 millones de pesos para servicios personales, 14.1 por ciento más que lo solicitado este año.

Los órganos autónomos --incluidos el Instituto Federal Electoral y la Comisión Nacional de Derechos Humanos-- elaboran sus necesidades presupuestales cada año y el Poder Ejecutivo las incluye sin realizar modificaciones en el proyecto de presupuesto total.

Pese a que su autonomía se basa principalmente en el ejercicio del presupuesto tal como lo dispone la Ley de Presupuesto, Contabilidad y Gasto Público Federal, sus solicitudes de gasto contrastan con las condiciones en las que trabajará el resto del sector público.

Según el paquete económico que se analiza en la Cámara de Diputados, la administración pública centralizada --que incluye secretarías y dependencias federales--, apenas registrará un crecimiento de 0.5 por ciento en su gasto para servicios personales.

Asimismo, pese a que el gasto público total crecerá 1.6 por ciento en el 2005, en caso de aprobarse el proyecto como lo planteó el Ejecutivo, el presupuesto total para los poderes Legislativo, Judicial y otros órganos autónomos aumentará 24.4 por ciento real con relación al que ejercen en el 2004.

De aprobarse el proyecto, entre 2000 y 2005 el gasto total del Poder Legislativo registraría un incremento acumulado de 31.3 por ciento real, y en el caso del Poder Judicial será 112. 9 por ciento.