Monday, February 14, 2005

El PRI "arrepentido"

Juan Ciudadano

Lo que el PRI nos negó hace unos días es la posibilidad de dar un paso importante: de la infancia a la madurez democrática.

La iniciativa para permitir la reelección inmediata de legisladores a través de una reforma a la Constitución no es ninguna idea genial. Sí se trata, sin embargo, de un prerrequisito probado para el funcionamiento de un sistema democrático.

Hubo un número importante de Senadores priistas que hace sólo unos meses apoyaron y firmaron la iniciativa. Pero momentos antes de votar, 30 legisladores del PRI vivieron un súbito "arrepentimiento".

De los firmantes originales sólo el Senador Genaro Borrego honró su palabra.

El resto cayó en cuenta de que garantizar un derecho político a los mexicanos -el derecho a premiar o castigar a quien te representa- no vale ponerle una piedrita en el camino a las aspiraciones del presidenciable al que se le apuesta, se llame Enrique Jackson o Roberto Madrazo.

La mayoría de los senadores perredistas también se opuso a la reforma, a pesar de la contundente argumentación a favor de la reelección que les ofreció el Senador Demetrio Sodi.

Para los senadores que bloquearon la iniciativa no importó que México siga siendo un caso exótico entre las democracias del mundo en el que los legisladores no rinden cuentas, porque no están sujetos a la ratificación o el despido de sus cargos por los electores.

Los senadores priistas se mostraron de cuerpo entero: lo que cuenta es obtener el poder, aunque sea para gobernar sobre los escombros.

¿Es tan importante la reelección?

Para responder esta pregunta habría que decir que la rendición de cuentas, pilar sobre el que se sostiene un sistema democrático, no es un concepto que se explique de manera binaria -en términos de un sí o un no absolutos-, como lo explica Andreas Schedler en su ensayo "¿Qué es la rendición de cuentas?".

Es más útil, dice Schedler, tratar de entender este concepto en términos radiales, como un pastel que está más o menos completo en la medida en que cada una de sus rebanadas están íntegras o no.

Tres serían las rebanadas de la rendición de cuentas.

"A" le rinde cuentas a "B" porque "está obligado a informarle sobre sus acciones y decisiones, a justificarlas y a sufrir el castigo (o premio) correspondiente en caso de mala conducta."

A escasas dos semanas de haber iniciado el periodo ordinario de sesiones del Congreso, nuestros legisladores han mostrado determinación para seguir evadiendo su deber de dar cuentas.

Estamos hablando, no sólo de la rebanada relacionada con el premio o castigo (la reelección o la falta de ésta), sino también de la obligación de informar y justificar sus decisiones.

Los siguientes tres son ejemplos de decisiones recientes que ratifican el estatus de un Legislativo impermeable a la rendición de cuentas:

1. Fracciones parlamentarias no informan

Los diputados y senadores se salieron con la suya en la redacción de la Ley de Transparencia y el Reglamento para la Cámara. Dejaron fuera del escrutinio ciudadano los recursos que reciben anualmente las fracciones parlamentarias para -supuestamente- apoyar su trabajo legislativo.

Para dimensionar la omisión, hay que aclarar que las seis coordinaciones parlamentarias de los diferentes partidos en el Congreso dejarán de informar este año sobre el destino de casi 400 millones de pesos.

Estos recursos libres de escrutinio ayudan a que las curules sirvan de trampolines para alcanzar otros puestos (pues no es posible reelegirse).

Seguramente muy bien repartidos, estos 400 millones ya están ayudando a financiar todo tipo de aspiraciones políticas de diferentes colores.

2. La Cámara de Diputados amordaza a la ASF


Un grupo de Diputados presentó una iniciativa la semana pasada para reformar la Ley de Fiscalización de la Federación en la que se modifican los Artículos 30, 80 y 81 de la misma para asegurarse que el Auditor Superior de la Federación sólo entregue información a terceros bajo las condiciones que le imponga la Cámara.
Nuestros diputados tienen el paradigma al revés: un representante debe buscar informar y justificar, en todo momento, su trabajo y el trabajo de los órganos que dependen del Congreso.

Si hay un servidor público cuyo trabajo necesita hacerse visible permanentemente y justificar su trabajo día tras día, es precisamente el legislador, pues no sólo vive del erario, sino además tiene como razón de existir el representar a otros que necesitan saber lo que se hace en su nombre.
3. Sin reelección, ni premio ni castigo

Si de algo podemos estar seguros -y como prueba de laboratorio tenemos el comportamiento cotidiano observado en nuestros recintos legislativos- es que la no reelección ha servido impecablemente para premiar y dar trampolín a la mediocridad.

Hasta por curiosidad debiéramos intentar lo contrario.

¿No servirá la reelección, aunque sea un poquito, para movernos en el sentido opuesto: para ratificar al legislador que trabaja y, por ello, está deseoso de informar y justificar su trabajo ante los electores porque sabe que en esa medida será premiado en base a ello?

La reelección cierra el círculo de la rendición de cuentas.

El "voto de arrepentimiento" es, entonces, un reconocimiento muy sincero de 30 senadores priistas que cayeron en cuenta que competir en base al trabajo realizado y al profesionalismo mostrado no es lo suyo.

Mejor es seguir compitiendo en base a pintar bardas, colgar anuncios y lanzar arengas.

Juan Ciudadano es el nombre de pluma de un grupo de personas preocupadas por el derecho a la información.

juanciudadano@juanciudadano.com

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