De Germán Dehesa
¡Qué cosas!. Ricardo Monreal, paladín de la democracia, figura señera de la izquierda mexicana, líder moral de los que no han transigido, está en tribuna y en ella blande, enarbola y ondea uno de los más sagrados símbolos patrios: un paquete de tortillas.
Con fuerte dosis de valor civil y sin importarle su seguridad personal, denuncia el fracaso del plan estabilizador del precio de la masa y la tortilla patrocinado por Felipe Calderón.
Nadie lo ha respetado, sigue la escalada de precios, los trabajadores y en particular sus durables líderes preparan la megamarcha y exigen el salario de emergencia.
Aquí tenemos una muestra más de la incapacidad de la derecha; aquí, en la tortillería de aquí cerquita para mayor escarnio de todos, aquí compré un kilo de tortillas y me cobraron, compañeros, ¡$9.50!; el cúmulo de mentiras se derrumba...
Mientras Monreal hace con la palabra una exquisita filigrana zacatecana, un reportero malora abandona San Lázaro y va a la susodicha tortillería, pide un kilo de tortillas y se lo venden a $8.50.
Fin de la escena.
Entiendo que este hecho en sí es un asunto menor, pero es también una metáfora correcta de la condición moral de Monreal.
Nunca le vayan a comprar un coche usado a este celacanto venenoso.