Monday, May 05, 2008

Virgilio: nuestro nuevo padre electoral

Juegos de Poder
Leo Zuckermann

Desde hace tiempo, conozco a Virgilio Andrade, consejero del IFE. Lo he entrevistado en varias ocasiones. Es un tipo muy afable y quizás uno de los mejores abogados en materia electoral. Desgraciadamente, Virgilio, en su calidad de presidente de la Comisión de Quejas y Denuncias del IFE, se ha convertido en el principal censor de este país. Él, junto con otros dos consejeros que conforman esta Comisión (Marco Antonio Baños y Lourdes López), está encargado de decidir cuáles spots políticos sí podemos ver los mexicanos y cuáles no. Es la autoridad (léase el padre) que decide qué pueden ver los electores (léase los niños). Y, al parecer, al buen Virgilio le encanta este papel ya que está dispuesto a interpretar la ley con un toque aún más paternalista de lo que ordena la Constitución.

Jorge Alcocer, autor intelectual de la reforma electoral, insistió una y otra vez en que ésta no atentaba contra la libertad de expresión. La prohibición a particulares para contratar tiempo en televisión y radio estaba destinada “a influir en las preferencias de los electores, no para que los ciudadanos digamos lo que nos venga en gana a favor o en contra de partidos y candidatos”. Pues bien, resulta que el IFE sí censurará spots de grupos ciudadanos que dicen lo que les viene en gana. La Comisión a cargo de Virgilio ordenó la suspensión de la trasmisión de los promocionales de la asociación civil Mejor Sociedad, Mejor Gobierno en el que se comparaba a López Obrador con dictadores de la talla de Hitler y Mussolini por las tomas de las tribunas del Congreso. Ciertamente se trató de una medida cautelar pero, en lo que son peras o manzanas, el spot se retiró del aire porque así lo ordenaron los censores.

Virgilio argumentó que “la Constitución señala que ningún particular puede contratar en radio y televisión promocionales para hablar contra partidos políticos”. Efectivamente, el artículo 41 prohíbe que cualquier persona física o moral contrate propaganda “dirigida a influir en las preferencias electorales de los ciudadanos, ni a favor o en contra de partidos políticos o de candidatos de elección popular”. Lo que no dice la Constitución es si esta prohibición aplica todo el tiempo o sólo en tiempos de campaña. Para Virgilio y compañía es claro que los ciudadanos tienen que callarse todo el tiempo: nada de críticas a los partidos o a sus miembros.

Con ello, el buen Virgilio demuestra su talante estatista y paternalista. Porque yo, como ciudadano, no tendré el derecho de decidir, de acuerdo con mi personal razonamiento, si el spot en cuestión es una joya, una mediocridad o de plano una porquería. No podré aplaudir, reírme, sonrojarme, indignarme, abuchearlo o tirarle una chancla al televisor cuando lo vea. No lo podré hacer porque nuestros nuevos padres electorales de una comisión de burócratas decidirán que es mejor que no lo veamos los infantes que votamos, y punto.

Por cierto, Virgilio y compañía también retiraron del aire un spot del PAN que califica de “violentos” a los perredistas por las toma de las tribunas, pero decidieron que sí pueden trasmitirse los spots del Frente Amplio Progresista donde se menciona que López Obrador es el presidente legítimo de México ya que dichos mensajes “no denigran” a las instituciones. De acuerdo con el PAN, estos spots tenían que haber sido retirados ya que “realizan una ostentación de Presidente de la República, cargo que sólo puede tener una sola persona, de acuerdo con el artículo 80 de la Constitución”.

No sé usted, pero a mí no me queda claro cuáles son los criterios del buen padre Virgilio y sus dos compañeros para ordenar lo que sí y lo que no podemos ver los otros 74 millones de electores. Por ello, a través del Sistema de Acceso a la Información del IFE, solicité ayer dichos criterios. Espero recibirlos pronto para publicarlos en esta columna.

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