Wednesday, June 20, 2007

Disciplina

Basado en el reglamento interno, el diputado de Convergencia José Manuel del Río Virgen, presidente de la Comisión de Marina, solicitó a la Junta de Coordinación Política, órgano de gobierno interno, que se descuente un día de dieta a los 15 diputados que no asistieron a la reunión de la citada comisión, convocada para el pasado lunes. El cónclave se suspendió por falta de quórum.

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La Toma de Protesta de Felipe Calderón

La ansiedad nos consumía

Crónica. Testimonio desde tribuna.

Los diputados del PAN revisaban una y otra vez los videos de los enfrentamientos y elegían a los "más agresivos" del PRD, y le asignaban uno de los "más agresivos" del PAN

Ruth Zavaleta

Eran las 11 de la noche del día jueves, y tras 58 horas de tomada la tribuna llegó el diputado Héctor Larios, coordinador de la bancada del PAN, al lugar del diputado Juan Guerra, coordinador de proceso parlamentario del grupo del PRD, para negociar la ampliación de la tregua que ya cumplía 24 horas, y que se había pactado luego de los diversos enfrentamientos por los espacios físicos que cada quien poseía con su cuerpo en algún rincón del recinto en su parte alta.

La incertidumbre

La tregua sería ampliada y podríamos seguir intercambiando turnos de vigilancia de ese breve espacio, así como dormir e ir al baño o ir a asearnos si así lo deseábamos. Sin embargo, la incertidumbre seguía.

Los diputados del PAN tenían tres "regaderitas" y una masajista para sus respectivos descansos, y los del PRD podían ir a su casa o dormir en el piso del recinto o en su curul.

La ansiedad nos consumía por igual; los panistas defendiendo la parte alta de la tribuna centímetro a centímetro (reconozco que los diputados Larios y Jorge Zermeño me garantizaron siempre mantener mi espacio con o sin tregua, y así fue hasta dos minutos antes de la toma de protesta).

Los del PRD esperaban la señal para cumplir con una estrategia recién diseñada por un equipo de 10 diputados y senadores, que sabían lo que deberían de decirle a sus compañeros en el momento preciso, eran dos indicaciones contundentes: no agresiones físicas y actuar con prudencia en la parte alta de la tribuna sin provocaciones ni enfrentamientos ("no le vayan a querer hacer a las niñas héroes" me dijo mi coordinador). Resistiríamos hasta el último momento pero no iríamos por la parte alta sino por las puertas de acceso al recinto.

Las horas pasaban y la tregua concluía a las cinco de la mañana, pero nuevamente el diputado Larios nos dijo que se ampliaba a las ocho. Sin embargo, a las cuatro de la madrugada los panistas recibieron una indicación: presentarse inmediatamente en el recinto. Llegaron ya vestidos elegantemente y bien perfumados e intentaban estar bien despiertos con uno o dos Red Bull si fuera necesario, preparados para lo que fuera.

Negociación fallida

Del lado del PRD la tensión disminuyó con la convicción de que se lograría el objetivo planteado con la estrategia recién diseñada, además, ya habíamos sido informados en las últimas horas que no había negociación, que aun cuando se decretaron recesos nadie cedió, es decir, que nuestra esperanza de que algo habían arreglado los coordinadores del PAN y PRD se vino abajo, así que sólo esperábamos el momento para la conclusión de lo que habían sido los tres días más intensos de nuestra vida en la Cámara.

Los diputados más audaces como Rodríguez Prats del PAN, fueron a negociar con varios diputados del PRD para ver quién habría de ser su "pareja para resguardarse mutuamente y no pegarse mucho en caso de que llegaran a los golpes". Prats decía: "...que sea sólo verbal la agresión, con ese maravilloso instrumento llamado lengua... y si no se puede que sean sólo cachetaditas...". Así pretendíamos simular la tensión, pero los diputados del PAN habían fotografiado a cada diputado del PRD y le habían asignado un vigilante personal a cada uno; revisaban una y otra vez los videos de los enfrentamientos y elegían a los "más agresivos" del PRD, y le asignaban uno de los "más agresivos" del PAN para cuidarlo con marcaje personal. También revisaban los videos para hacerse comentarios de beneplácito por las actividades de ataque que realizaba un grupo de jóvenes diputadas rubias, encabezadas por una que ellos apodaban "Violenta", contra los diputados del PRD que se pretendían colar a la parte alta.

La estrategia

A las cuatro de la mañana la estrategia en la parte alta era clara: un diputado veracruzano ex perredista a las espaldas de la curul de la vicepresidencia del PRD, y un diputado ex Convergencia, atrás de la curul del presidente de la mesa, y lo más importante: atrás de la curul que habría de ocupar el presidente Felipe Calderón estaba un diputado de confianza de él mismo, "un diputado amigo".

Su estrategia tuvo que cambiar cuando la diputada Layda Sansores (Convergencia) decidió retomar su antigua posición del primer día de la toma, entre las curules que habrían de ocupar más tarde el presidente y vicepresidenta del Senado, y que por el momento una de ellas estaba ocupada por mí. Entonces llegaron dos diputadas que se distinguían por su agresividad verbal (y no supe si también física, ya que estaba de espaldas a ellas y sólo las oía), a "cuidarla", dijeron, refiriéndose a Layda.

Todos esperaban y se acomodaban debajo de la parte alta de la tribuna, se distribuyeron en el ala izquierda los más violentos diputados, que a decir de alguno de ellos, eran los juniors yunquitos para defender con sus puños a todo aquel que se atreviera a querer romper el cerco, además, la estrategia era que serían cuidados y resguardados por un segundo cerco de guardias de la Cámara y del Estado Mayor Presidencial.

Cada vez que iba a terminar la tregua, el trato cordial que durante los tres días mostraron los diputados del PAN, se transformaba en una actitud de reserva y de malestar hacia los cuatro perredistas y la de Convergencia que habíamos mantenido nuestras posiciones en la parte alta. El momento cómico fue cuando llegaron los perros a revisar la parte alta, era tal la cantidad de aromas de caros perfumes, que seguramente hasta el más fino olfato se terminaría confundiendo.

Comenzó el conteo, ya casi nadie se movía, se encendieron las luces de gala que simulan luz de día; el calor hacía estragos entre los nerviosos ocupantes de la parte alta; los nervios aumentaban cuando la parte baja estaba en una tensa calma, desconcertados los diputados del PAN se preguntaban: ¿Qué pasará? Y medían a cada uno de los que estaban enfrente de ellos para ver si coincidía con el rostro que se habían grabado a fin de no perderlo de vista. Ni la voz del "Rey del Tomate" se escuchaba, no sabíamos si por la emoción del momento de haberse despojado de su ropa de luto (a decir de algunas conmovidas diputadas, la usaba desde el accidente donde murió su hermano) o por la presencia de los invitados internacionales o nacionales que ya estaban llegando.

El plazo se cumplió, a las ocho en punto sonaron los silbatos, era la señal, pasaron dos largos minutos y sólo se oían los gritos alusivos: "Al honor de estar con Obrador", y las consignas y porras en contra de Felipe Calderón.

Del desconcierto pasaron a la desagradable sorpresa plasmada en sus rostros, de la risa de burla al enojo, de la indignación a la descalificación, "malditos perros, nos engañaron, no venían a la tribuna, han tomado las puertas, no quieren que haya quórum, de qué sirvió nuestro sacrificio, no puede ser, ya valió, que poca..." (error de apreciación, sabíamos que había grandes posibilidades de que hubiera quórum, pero la determinación fue clara: el resultado debería ser "una sesión atípica" (eso incluía la opción de cambio de sede y quedarnos en el recinto los perredistas y petistas).

Tensión en la tribuna

El ambiente en la parte alta era más tenso aún; golpes en el escritorio, porras, descalificaciones, llamadas telefónicas, entrevistas a medios de comunicación que pretendían la exclusiva en medio del ojo del huracán, y amenazas de cargarnos y arrojarnos a la parte baja a los cinco opositores que manteníamos nuestra posición; además de la sentencia: nos vengaremos, esto no se quedará así, "vamos a quitarles el fuero y correrlos de la Cámara ".

La parte baja era más caótica, se lograron cerrar todas las puertas, la que comunica exactamente a un lado de tras banderas había estado celosamente resguardada por el Estado Mayor Presidencial desde el primer día de la toma. Era imposible llegar, había dos cadenas humanas, dos de curules y una llave de por medio, en la parte del corredor común de la sala de la Mesa Directiva estaba cerrada por los senadores del PRD.

Empezaron a llegar los diputados de la Mesa Directiva que fueron invitados, es decir el vicepresidente del PRI, el secretario del PAN y del PRI y por supuesto, la vicepresidenta del PAN "doña Elenita de Vicencio", quien había estado manteniéndose los dos primeros días de la toma con mucha tos y temperatura, pero celosamente cuidando la curul del presidente de la Mesa Directiva ; con su dulce voz se acercó a mi oído y me dijo: "Me pide el presidente Zermeño que le pida amablemente si nos entrega su lugar para que se siente el presidente de la Cámara de senadores, ¿qué me dice?" Yo tenía dos opciones: la primera consistía en resistirme y obligar a una confrontación a golpes para ser retirada junto con la diputada Layda, y con ello quizá ocasionar una reacción de los diputados que estaban expectantes en la parte baja, o segundo, retirarme pacíficamente con dignidad. A final de cuentas ostento el cargo de vicepresidenta de toda la Cámara de Diputados y debía actuar de manera institucional y con mesura.

Opté por lo segundo: "Claro, con mucho gusto, usted me dice en qué momento la necesita para que sus diputados me permitan salir". Ahí se había terminado no sólo la tregua, sino quedaba claro que institucionalmente como vicepresidenta no estaba invitada. Ante esa amable invitación y la amenaza previa de que "pesaba poco", creo que lo más prudente fue esa amable contestación aun cuando la petición de la diputada Layda y el diputado José Jacques (PRD) era que me quedara con ellos arriba, atrás de la curul del presidente de la Cámara de senadores, quien cortésmente me había propuesto quedarme sentada y él quedarse en la parte de atrás (por supuesto que no me pareció correcto).

En el momento que llegó el presidente de la Cámara y me pidió de forma amable, previo cabildeo de la diputada Elenita que desocupara la curul, sus inexpertos jóvenes diputados enardecidos y más radicalizados, no escucharon y no me dejaban salir; cuando por fin lo logré, uno de ellos no perdió la ocasión de recibirme en la parte de atrás con disimulados codazos para desquitar su coraje, y quizá su miedo a perder la posibilidad del breve espacio que les permitiría pasar a la historia de este país aunque fuera en una imagen mediática.

Antes de eso, en la parte baja, se constituía el quórum; más puntuales que la bancada del PRI, el coordinador de Convergencia y cinco diputados de su bancada veían incrédulos a su compañera en la parte alta luchar por mantener su espacio entre el presidente y la secretaria del Senado sin saber, quizá, que había permanecido ahí desde el inició de la toma, pese a las constantes groserías de que fue objeto, tanto ella como la diputada Holly Matus (PRD), el diputado José Jacques y el diputado Higinio Chávez (PRD) e inicialmente la diputada Sonia Ibarra (PRD) a quien por ir al baño ya no la dejaron acompañarnos en la parte alta.

Volvió la lucha por la puerta lateral del ala derecha pero sólo estratégicamente para entretener a los aferrados diputados perredistas que se mantenían cuidándola, ya que mientras éstos recibían golpes de diputados, y quizá de los guardias, por la puerta tras banderas aparecieron los diputados del PRI encabezados por su líder, quien según alguna joven voz a mi espalda, dijo que recibiría un mayor pago ya que "había encarecido la canasta ante las circunstancias, pero ni modo, el costo valía la pena". Nunca dijeron cuál fue tal pago, quizá lo expresaron para desprestigiarlo.

Ya había llegado el Verde, Nueva Alianza y el Panal y ahí ya no supe más porque al ser expulsada del paraíso ya no pude tener la privilegiada visión que mantuve durante esos tres días que fueron más intensos que mi experiencia en la elección de Macuspana (que había sido sumamente violenta).

Diputada del PRD y vicepresidenta de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, fue secretaria de Finanzas del PRD en el Distrito Federal, diputada local del PRD y jefa delegacional en Venustiano Carranza.

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¡Calderón tenía que rendir protesta!


Crónica. Testimonio desde tribuna.

Ante el ataque no se coloquen de frente, hace menor daño el golpe de lado. Enlacen los brazos para que no los muevan. Diríjanse con voz suave y convincente a los "agresores", decían los panistas

Ma. Elena Álvarez de Vicencio

Si bien constitucionalmente la investidura del poder presidencial se transfiere al Presidente electo, sin requisito de formalidad alguna, desde el primer minuto del día 1o. de diciembre, la Constitución señala también que el Presidente rendirá protesta ante el Congreso. De no hacerlo, y dado el ambiente político reinante, eventualmente se podrían interponer amparos (prosperaran o no) por quienes no estuvieran de acuerdo con algunas decisiones presidenciales y así, algo que en principio podría parecer intrascendente, finalmente se convierte en indispensable y por tanto el que el presidente Felipe Calderón rindiera protesta ante el Congreso era de vital importancia para la normalidad jurídica de la nación. El presidente de la Cámara , el coordinador panista y los legisladores panistas, sentían la gran responsabilidad de hacer factible el cumplimiento del ordenamiento constitucional: El presidente Felipe Calderón tendría que rendir su protesta ante el Congreso.

La tradición orlada

Desde que inició su existencia el partido oficial, las tomas de protesta fueron ceremoniales predecibles, con rituales cuidadosamente preparados. El camino que recorría el Presidente hacia el Congreso era interminable, valla de mexicanos, formados desde la madrugada, que coreaban vivas y gozaban la lluvia de papelitos de colores.

Dentro del recinto la protesta presidencial y su mensaje ante el Congreso y los invitados, transcurría con precisión matemática orlada de innumerables aplausos. También fue tradicional que desde que se fundó el PAN hasta que su presidente Adolfo Christlieb abrió el diálogo con el gobierno, el Partido Acción Nacional como tal no asistió a esas ceremonias. Después el Presidente, ya ungido, pasaba al Palacio Nacional para recibir el interminable "besamanos".

En el 2000, año de la alternancia, se rompe la monotonía del ritual, pero no lo puso en riesgo ni lo alteró en su cumplimiento, aunque su preparación no estuvo libre de dificultades. A la presidencia panista de la Cámara de Diputados no le fue fácil la organización de esa "toma de protesta", recordemos que casi toda la administración pública era del partido oficial y no todos facilitaban las cosas; algunos gobernadores amenazaban con no asistir, aunque finalmente acudieron. El Poder Judicial ponía sus condiciones sobre los espacios a ocupar. Con la Secretaría de Relaciones Exteriores costó algún trabajo coordinar lo relativo a los invitados internacionales, pero finalmente todo se fue superando y después de tres meses de negociaciones y preparativos, el presidente de la Cámara de Diputados, Ricardo García Cervantes, logró que la toma de protesta se realizara sin mayores sobresaltos.

Toma de protesta bajo amenaza

Por las particularidades del proceso electoral y sus apretados resultados, la toma de protesta de este 2006 fue precedida de las repetidas amenazas del PRD de que impedirían su realización. Ante estas amenazas, la Cámara de Diputados reaccionó aplicando las medidas de seguridad apegadas a la ley, y que le permitieran cumplir con su obligación constitucional.

La Cámara y el Estado Mayor Presidencial deben haber formulado un plan integral que asegurara la posibilidad de que el presidente Felipe Calderón rindiera su protesta, pero como es lógico suponer, este plan no era conocido en todos sus detalles por la totalidad de los diputados panistas, éstos fueron recibiendo instrucciones parciales en los momentos precisos y en ocasiones se sentía que no había "un buen plan" y que las acciones podrían no llegar a buen término.

Algunos panistas percibieron que tomaron la tribuna porque los del PRD ya la iban a tomar y en pláticas posteriores con algunos de ellos, comentaron que lo hicieron porque los del PAN la estaban tomando. El hecho fue que a poco de iniciada la sesión del martes 28 de noviembre, la tribuna y el espacio de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados fue tomada por diputados perredistas y panistas, éstos últimos pudieron colocarse en mayor número en la parte superior que era el espacio en que el presidente Calderón debía rendir la protesta.

Unidos en el desencuentro

La primera noche de la toma de tribuna fue la más difícil: "Esto no tiene sentido"... "Si los diputados del PRD quieren impedirlo los panistas no lo podremos evitar"... "Vamos a terminar más divididos y cómo podremos llegar a acuerdos después del día primero", esto sí era una gran preocupación. A pesar de la incertidumbre, la confianza panista se fortalecía. Se pusieron algunas reglas generales que facilitaron la convivencia, como el que cada persona conservaría el lugar que obtuvo y podría dejar sustituto en caso de salir.

En el segundo día ya casi no había panista que no hubiera platicado con un o una "perredista"... "se parecen a nosotros, tienen las mismas necesidades... tienen hijos, las mamás estaban preocupadas por ellos". Los celulares muy activos, saludando y apapachando a los niños, encargando compras para la despensa y las tareas escolares. "Los perredistas tienen firmes proyectos, tienen varios años de luchas por ideales". "Sus luchas se parecen a las nuestras, aunque algunas tácticas difieran".

En la convivencia de tres días, coincidencias más coincidencias, casi queremos lo mismo. Comiendo juntos, durmiendo cerca, platicando mucho, entendiéndolos, reprobándolos, queriéndolos convencer, con impaciencia interior, frustrados, esperanzados, optimistas, pensando más allá del 1o., imaginando lo que se podría hacer unidos todos por el país. Adivinando, imaginando, atentos a cualquier movimiento, ruido o grito. Reaccionando como resortes, siempre alertas, inventando rutinas "santo y seña", bromeaban los panistas.

Entre los panistas se intercambiaban experiencias de resistencia pacífica: Ante el ataque "no se coloquen de frente, hace menor daño el golpe de lado. Enlacen los brazos para que no los muevan. Diríjanse con voz suave y convincente a los 'agresores'; no los están agrediendo a ustedes sino a lo que representan, no contesten las ofensas verbales con otras ofensas". Debimos tener mayor entrenamiento.

Las mamás que pudieron salían a llevar a sus hijos a la escuela, algunos salían a dormir o mandaban por ropa. Todos volvían en el menor tiempo posible, pero también hubo quien casi no contó con relevo. Fueron tres largas noches con cantos, dominó, con o sin apuestas, sueños y pesadillas.

La última batalla

Se fueron dando varios plazos en los que se conocerían posibles arreglos. Las horas pasaban y al final sólo se informaba que no había arreglo, pero que se respetaba el pacto de "no agresión" alcanzado en las primeras reuniones de diálogo entre los coordinadores de los partidos y en ocasiones en "conferencia" con el presidente de la Cámara. Al último pacto de no agresión se le fijó su fin para las ocho de la mañana del viernes 1o. de diciembre y al cumplirse el plazo, la agresión se dio.

De los resultados dieron cuenta los medios. Pudieron ser mucho más lamentables, yo creo que en el fondo a todos finalmente los impulsaba, controlaba o limitaba el proteger el bien de México. Los panistas sinceramente queríamos que no hubiera perdedores, que ganara México, yo quiero creer que los perredistas también lo querían.

La batalla final en el interior del recinto tal vez no fue mayor porque los perredistas tuvieron que distribuirse para bloquear todos los accesos con el fin de impedir a los legisladores de los distintos partidos su acceso al salón del pleno para que no se instalara el Congreso por falta de quórum, aunque éste ya estaba dado con los panistas y perredistas que tomaban la tribuna.

El olvido, desconocimiento o la imposibilidad de bloquear el acceso por donde entraron los legisladores y finalmente los presidentes Felipe Calderón y Vicente Fox, fue el elemento final que determinó que la toma de protesta pudiera realizarse.

La participación de los legisladores de todos los partidos que entraron por el único acceso libre, antes de la llegada de los presidentes (saliente y entrante), con banderas o sin banderitas, expresaba el propósito de emprender un nuevo camino de unidad. Su paso se sintió como un aire fresco que llegaba al convulsionado recinto y que hace esperar mejores días de un Poder Legislativo al servicio de México.

Hacia adelante

Si esto va a ser útil para que el país avance ya por un sendero de paz dentro de la legalidad del Estado de derecho, todo lo sucedido se puede dar por bien acontecido. Lo importante ahora es lograr el consenso de todos los partidos para acordar lo que sea mejor para México.

Diputada federal del PAN en donde ocupa el cargo de primera vicepresidente de la Mesa Directiva. Tiene maestría y doctorado en ciencias políticas. Ha sido senadora de la República y secretaria ejecutiva del Instituto Nacional de las Mujeres (1997-2000).

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http://www.reforma.com/edicionimpresa/notas/061210/enfoque/820498.htm

Fecha de publicación: 2006-12-10

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